10/11/11

El conejo y el perro

Un señor le compró un conejo a sus hijos. 
 Los hijos del vecino, le pidieron una mascota al padre. El hombre compró un cachorro de pastor alemán.
El vecino exclamó:


- ¡Pero él se comerá a mi conejo!

- De ninguna manera, mi pastor es cachorro. Crecerán juntos, serán amigos. Yo entiendo mucho de animales. No habrá problemas. 

Y parece que el dueño del perro tenía razón. Juntos crecieron y amigos se hicieron. Era normal ver al conejo en el patio del perro y al revés. Los niños felices observaban cómo ambos vivían en armonía.
Un viernes el dueño del conejo fue a pasar un fin de semana en la playa con su familia. El domingo, a la tardecita, el dueño del perro y su familia tomaban una merienda, cuando entra el pastor alemán a la cocina. 
 Traía al conejo entre los dientes, sucio de sangre y tierra... muerto. Casi mataron al perro de tanto agredirlo.
Decía el hombre: 
- El vecino tenía razón, ¿y ahora?

La primera reacción fue pegarle al perro, echar el animal como castigo. En unas horas los vecinos iban a llegar. 

- ¿Qué hacemos? Todos se miraban. El perro, llorando afuera, lamía sus heridas.

- ¿Pensaron en los niños y en su dolor?

No se sabe exactamente de quién fue la idea, pero dijeron:

- Vamos a bañar al conejo, dejarlo bien limpio, después lo secamos con el secador y lo ponemos en su casita en el patio. 

Como el conejo no estaba en muy mal estado, así lo hicieron. ¡Hasta perfume le pusieron al animalito!. Quedó bonito, "parecía vivo", decían los niños.  Y allá lo pusieron, con las piernitas cruzadas, como si estuviese durmiendo.
Luego, al llegar los vecinos se sintieron los gritos de los niños. ¡Lo descubrieron! No pasaron ni cinco minutos que el dueño del conejo vino a tocar a la puerta. Blanco, asustado. Parecía que había visto un fantasma.
- ¿Qué pasó? ¿Qué cara es esa?
- El conejo... el conejo...
-¿El conejo qué? ¿Qué tiene el conejo?
- ¡Murió!
- ¿Murió?
- ¡Murió el viernes!
- ¿El viernes? 
- ¡Fue antes de que viajáramos, los niños lo enterraron en el fondo del patio!
 
La historia termina aquí. Lo que ocurrió después no importa. Ni nadie lo sabe. El gran personaje de esta historia es el perro. Imagínense al pobrecito, desde el viernes, buscando en vano por su amigo de la infancia.
Después de mucho olfatear, descubrió el cuerpo enterrado. ¿Qué hace él?

Probablemente con el corazón partido, desentierra al amigo y va a mostrárselo a sus dueños, imaginando poder resucitarlo.

Los hombres tenemos la tendencia a juzgar anticipadamente los acontecimientos sin verificar lo que ocurrió realmente. 

¿Cuántas veces sacamos conclusiones equivocadas de las situaciones y nos creemos dueños de la verdad?  ¡Qué diferente sería si la irrefrenable tendencia del ser humano a juzgar las acciones de los demás debería ser sometida al propio juicio de quien las ejercita!.

Decimos "esto está bien" ó "esto está mal" ó "esto es bello" ó "esto es feo" sin advertir que todas ellas son sentencias de carácter puramente subjetivo y que sólo responden a nuestra apreciación de la realidad.

Si en lugar de decretar absolutamente que "esto está bien" dijéramos "esto, para mí, está bien", y en lugar de decir "esto es lindo" dijéramos "esto me gusta" estaríamos mostrando una actitud más abierta y admitiendo que esa es nuestra visión de la realidad reconociéndole a los demás el derecho de tener la suya propia, tan válida como la nuestra.

Considera ésto: tener una mente abierta dispuesta a aceptar opiniones diferentes a las nuestras, puede ser, y para muchos es, sin duda, positivo y enriquecedor. Porque muchas veces nos permiten detectar nuestros errores y corregirlos. Y esto se traduce en un mejoramiento de nuestra persona.

Pensemos bien antes de juzgar las acciones de los demás y de emitir juicios sobre las cosas. Y, al mismo tiempo, no dudemos en someter a observación permanente (vigilancia eterna) a nuestros propios pensamientos y actitudes, que nos sirva para depurar todo lo negativo que hay en nosotros.

En cuanto pongamos esto en práctica descubriremos que no tenemos la más mínima autoridad para juzgar.

5/10/11

Cariñooooo, dile a esas zorras, perras, lagartassss... que TÚ NO ERES VETERINARIOOOOOOOO!!!

C

LA VERDAD SIEMPRE SALE A  
 FLOTE COMO LA GOTA DE  
   ACEITE EN EL VASO 
       DE AGUA
        Si los hombres han nacido con dos ojos, 
      dos orejas y una sola lengua es porque se 
        debe escuchar y mirar dos veces antes 
                       de hablar. 

4/10/11




" Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo y no convertir todos tus sueños en realidad"



"Una persona puede cambiar por dos razones: aprendió demasiado o sufrió lo suficiente"
"No te merece quien sólo te busca cuando te necesita, sino quien siempre está a tu lado cuando sabe que lo necesitas"


"A partir de esta noche, tengo que olvidar todo aquello que se ha ido. Apreciar lo que queda y esperar lo que vendrá después"




" La vida se divide en cuatro partes: amar, sufrir, luchar y vencer. El que ama, sufre; el que sufre, lucha; y el que lucha, vence..."


"NUNCA SABES LO QUE TIENES HASTA QUE LO PIERDES, CORRECCÍON, SIEMPRE LO SUPISTE PERO NUNCA PENSASTE QUE LO PERDERÍAS"

30/9/11

- Why do so many people live in the past?
It was better to be young before.
You must create your own icons, your own way of life.
Nostalgia is nothing glamorous.
If I had to say something, say:
"Live your life ... now.

non tutto ciò che luccica non è oro..
Esta es la historia de un muchacho que se acercó a su maestro y le dijo:
- "Maestro, necesito su ayuda, siento que nadie me hace caso, nadie me toma en serio, y nadie valora lo que digo y hago. ¿Usted cree que me pueda ayudar?".
El maestro le contestó:
- "Primero tengo que resolver mis problemas, pero si me ayudas a hacerlo, después resolveremos el tuyo."
El muchacho lo miró y le contestó con palabras cortadas y sintiendo una vez más el desprecio y la falta de interés que los demás mostraban a sus problemas, aun así dijo:
- "Está bien. En que lo puedo ayudar, maestro?".
El maestro le respondió:
- "Ve al mercado y vende este anillo, pero no por menos de una moneda de oro."
El muchacho montó en su bicicleta y fue al mercado, se lo enseñó a muchas personas. Unos se reían, otros le volteaban la cara al ver lo que pedía.
Al rato se le acercó un señor con deseos de ayudarlo y le dijo que podía darle unas monedas de plata, pero el joven no aceptó.
Volvió donde el maestro y le dijo:
- "Lo siento, pero no pude vender el anillo. Me ofrecieron solamente unas monedas de plata."
El maestro le dijo:
- "Vamos a hacer algo, busquemos un joyero para que lo valore y así sabremos cual es el valor real, ve al joyero del pueblo, pero escucha bien, no importa lo que te ofrezca, no lo vendas."
El chico tomo su bicicleta nuevamente y emprendió el camino a una joyería.
El joyero observó la prenda, la analizó, y le dijo:
- "Ahora mismo te doy cincuenta y ocho monedas de oro."
El joven lo miró impresionado; abrió los ojos sorpresivamente, y el joyero volvió a hablar:
- "Ahora vale eso, pero con el tiempo se podrá vender hasta en setenta monedas de oro."
El muchacho tomó su bicicleta con una sonrisa en sus labios y una alegría brotando de su rostro, fue donde el maestro y le contó todo.
El maestro solo dijo:
- "Eso es para que entiendas que solamente alguien que sepa y tenga la suficiente capacidad de pensamiento, sabrá valorar lo que eres y lo que vales."